Es un hecho. Me encanta el invierno. No sé exactamente si todo tipo de invierno -porque los hay de todo tipo, ojo- pero me encanta el particular invierno de mi siempre nublada, gris y humedícima Lima.
Ahora bien, haciendo un pequeño sondeo a mis allegados de por allí, de por allá y de mas allá; y a los amigos o conocidos de estos, he llegado a la total conclusión que a todos los gays en esta ciudad nos gusta el invierno, el frío, y todo lo que eso conlleva.
Bueno, siendo sincero, no conozco a todos los gay de Lima como para asegurar tal afirmación -aunque sí me gustaría conocer, al menos a la mitad de ellos- Déjenme brindarles algunas ideas claras al respecto.
En principio, odio el verano, así que por lógica deducción, tiene que gustarme el invierno, aunque también podría caber la posibilidad que odie a ambas estaciones; y me guste más bien los indecisos otoños y primaveras, pero el hecho es que en Lima, o es invierno o es verano, las medias tintas esta vez no cuentan. Por otro lado, no odio vivir – no al menos por ahora- así que mínimo una estación debe de gustarme. Y sí pues, me gusta el invierno. Por una extraña razón me encanta tener las manos heladas, que el viento frío y húmedo roce mis mejillas. Me fascina ver la bruma salir de mi boca al exhalar, las gotas de garúa caer sobre mi piel y sobre todo, me encanta experimentar esa sensación de tristeza, melancolía y nostalgia que me embarga por esos meses.
Y valgan verdades, que en mi humilde entender, lo mejor del invierno, son sus noches. Claro, es cuando el frío y todas esas sensaciones se intensifican a mil. Solo de pensar, ya me dan ganas de salir a caminar. Soy nocturno, soy un chico, que cual vampiro en busca de su presa, sale de noche a vagabundear. Obviamente, la mejor manera de percibir esas sensaciones es caminando. Y no por cualquier lugar. No. Claro que no. Nada de caminar por lugares atestados de gente, tiene que ser por alguna callecita solitaria y si el piso esta mojado por la garúa, mucho mejor.
En fin, lo bueno es que Lima siempre se presta para todas mis cochinadas. Sí. Debo confesarlo. Me encanta lo sórdido y lo lúgubre y en una noche invernal, todo ello es posible de combinar.
Eso es algo que tampoco he logrado entender en mi, - no sé si algún día lo entienda- pero logro asociar con facilidad tres palabras: lúgubre, invierno y sexo. Creo que esta claro, y es tácito ya mencionar que el sexo juega un rol muy importante en esta especie de trilogía. Es como el fin supremo, el dios padre todopoderoso de los cuadros de la santísima trinidad. Ahora, esto no significa que en verano, me vuelva un eunuco, pero en una noche invernal percibo ese chispazo de sensualidad y complicidad que solo el invierno me lo puede dar. El escenario ideal sería el siguiente:
Invierno, noche de garúa, caminando por una calle oscura y no tan poblada. Minutos después de detenerme, una figura masculina se acerca entre las penumbras. Intercambio de coquetas y seductoras miradas. Alrededor de nosotros paredes mohosas y ligeramente en mal estado de conservación. Cuerpos adheridos por nuestro propio calor y sudor. Besos llenos de pasión, adrenalina y obviamente sexo.
¡Hey! Siento que estoy describiendo una de mis fantasías sexuales llamada la mariposa traicionera. Sí. Deriva directamente del vídeo clip Mariposa traicionera de Mana, donde la mariposita en cuestión se mete al baño a tener sexo con un extraño, y fíjense en el detalle, era invierno, estaba lloviendo y el escenario era lúgubre.
Y es que es tan claro. Me encanta la noche asociada al frío pues anhelo estar caliente. Vaya sorpresa, soy una especie de ser nocturno en caza de abrigo. ¡Que excitante!
¡Ah!...Olvidaba añadir otro elemento que es indispensable en el ritual previo al encuentro: La música. No románticas, sino melancólicas. Me refiero tipo Nirvana, Mar de copas y de se tipo. Sino, no pasa nada. Repito, melancólicas, nada de cambias tristonas, solo rock pop. Ok?
Definitivamente, con todas estas condiciones, quien en su sano juicio rechazaría una nochecita invernal. Al menos yo no. Es mas, ya estoy preparando mi atuendo para salir lo mas pronto a darme una vuelta por esas callecitas de la Lima que se va. ¡Espérense! que el invierno ya llegó, o al menos ya llegó para mi.
Carlos Omar Araya
3 comentarios:
Las calles de las que hablas deben ser espacios en los que a pesar de la aparente soledad, haya al menos la remota probabilidad de encontrarse con un extraño, y al leerte pues estas describiendo a nuestro descuidado pero encantador centro de Lima, tal vez un domingo por la noche con fina garúa de junio (lo siento Chabuca jajaja) en los que ya casi todos regresan a sus casas. Y esto es lo interesante de esta parte de nuestra ciudad, siempre existe la posibilidad de encontrarte con alguien no importa de donde venga, al final esto es lo menos trascendente. Tu fantasía me parece maravillosa, pero si te propongo otro contexto: la ubicamos en una calle realmente solitaria de La Molina o Surco, pues no tendría el mínimo sentido, ya que lo que menos existe en esas calles son personas, el paisaje solo nos muestra muros de aislamiento y autos, con un poco de suerte edificios hermosos, pero la arquitectura no tiene valor si está vacía. Y como dices, el fin de todo es el sexo, no el frio, no la garúa de junio, no la niebla, todo ello es solo el contexto que nos brinda acogida y complicidad para el ansiado encuentro con este personaje anónimo.
PD. Felicitaciones por los posts, muy interesantes, me encantaría hacer un recorrido con Ud. por el Centro Histórico, espero que sus servicios no sean excesivamente costosos = ) hasta pronto...
No se cual será el sentimiento de todos los gays de Lima o al menos la mayoría, pero a mi particularmente me encanta el verano.
El estío me encanta porque te da la oportunidad de usar menos ropa y de que los chicos anden por la calle con menos ropa.
Porque me encanta la playa, el mar, el sol que nos hace salir de la cama.
Porque las noches son mas alegres, hay gente en las calles las discotecas estab llenas de gente bailando y sudando como chanchos aunque no se si los chanchos sudan)
Porque te da ganas de viajar, de hacer miles de cosas de dia y noche.
El frio del invierno a mi me ahueva, asi que odio el invierno.
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