La extravangancia y la desnudez vistieron hoy las calles de Tel Aviv. Cuerpos exhuberantes, "impúdicas" muestras de afecto, libertad , pasión y mucho color acompañaron a las decenas de miles de personas que desfilaron bajo el arcoiris de la bandera gay por los derechos de los homosexuales.
Gays, lesbianas, bisexuales, transexuales y drag-queens israelíes y de todo el mundo desfilaron hoy bajo el lema de "stand-up for your rights!" (¡álzate por tus derechos!) y enseñaban al mundo la otra cara de un Israel que aspira a convertirse en una de las capitales mundiales del orgullo gay.
El undécimo desfile gay de Tel Aviv cumplió las expectativas. Volvió a ser tan multitudinario como los de años atrás y dejó por sentado que Israel tiene esta y muchas otras razones para romper con los estereotipos.
Israel mostró hoy una imagen liberal al mundo que le pertenece tanto como la que suelen acaparar los objetivos, la de los tropas abriendo fuego en la franja de Gaza o la de los colonos arrasando en Cisjordania. Hoy celebró a todo color la pluralidad y la multiculturalidad de un pueblo en el que los gays encajan a la perfección.
"No me esperaba encontrarme con una fiesta así en un país como Israel", dice Ian, miembro del colectivo gay de Madrid mientras ondea la bandera de España por la avenida Ben Yehuda de Tel Aviv. "Es un ejemplo mundial hacia el respeto de los derechos de los homosexuales", señala Danilo, recién llegado de Brasilia para celebrar junto a su novio israelí Liad la fiesta del orgullo gay más grande de Cercano Oriente.
"Es un país mucho más abierto de lo que uno piensa fuera, incluso en el ejército, los israelíes tienen una aceptación social de la homosexualidad mucho mayor que los españoles y los estadounidenses", añade Ian, que visita el país por segunda vez y cree que Israel "tiene mucho que ofrecer de cara al futuro en una región con tantos prejuicios sobre la sexualidad".
Efectivamente, el ejército y la sociedad israelí se han abierto mucho hacia el colectivo gay durante los últimos años, y hoy la orientación sexual de un joven llamado a entrar en el ejército ha dejado de ser una excusa.
El matrimonio sigue siendo sin embargo un obstáculo para las parejas homosexuales en el país, donde no se reconoce el matrimonio civil, pero sí las parejas de hecho y los matrimonios homosexuales contraídos en otros países, como por ejemplo Canadá.
Sobra decir que el ritmo de folk y samba al que bailaba hoy Tel Aviv rodeado de banderas de Suiza, Alemania, Canadá, Reino Unido, España, Irlanda o Australia no sería posible en ciudades como Jerusalén, a sólo 60 kilómetros de distancia pero a miles de millas morales.
Jerusalén sigue sonrojándose y avergonzándose ante el desparpajo del colectivo gay un año tras otro y en esta edición, con el día 25 de junio marcado por el desfile del orgullo gay en sus calles, promete mucha controversia.
Algunos kilómetros más al Este, los palestinos viven una realidad más cruda todavía. El miedo a ser torturados obliga a los homosexuales de Gaza y Cisjordania a pedir visas o a emigrar ilegalmente a Tel Aviv.
"Llegan aquí luchando por sus derechos, que es al final el principio de nuestra guerra política, así que no miramos su origen y les recibimos con los brazos abiertos", dice Liad, la pareja israelí de Danilo.
Shon y Gabi, una pareja gay palestino-israelí de origen kuwaití y argentino y de religión cristiana y judía son una de las más exóticas que hoy camina por los derechos de la comunidad gay en Israel.
Bajo sus pasaportes, sus diferentes rasgos y el tono de su piel esconden un amor que traspasa todos los problemas políticos que salpican al país. "El único problema que tenemos es que Shon fuma y no saca al perro a pasear", dice Gabi, de religión judía y "muy orgulloso" de compartir su vida desde hace cuatro años con Shon, de religión cristiana.
Porque Tel Aviv celebra sus 100 años, y porque exhala libertad en sus calles pudo festejar hoy uno de los desfiles gays más extravagantes de sus historia. "En el primer desfile, en el año 98 éramos 50 personas, en el segundo fuimos 100, y en las dos ocasiones me dio casi vergüenza estar ahí, no sabía como comportarme", dice Gabi a dpa.
"En sólo diez años el mundo ha reconocido que Tel Aviv tiene mucho que ofrecer", añade este israelí-argentino mientras sostiene una cerveza a la orilla de la playa, donde culmina el desfile de orgullo gay de Tel Aviv entre ceremonias matrimoniales y mucho desmadre.
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