Los activistas, vestidos de rosado, abandonaron masivamente una misa, gritando consignas de protesta por la política de la Iglasia Católica de negar la comunión a los homosexuales practicantes.
Los manifestantes, fueron convocados a la catedral de San Juan (Sint-Jan) de Den Bosch por la organización holandesa que defiende los derechos de los homosexuales, COC, el periódico Gaykrant y la presidenta del Partido del Trabajo (PvdA), Lilianne Ploumen
Todo empezó hace una semanas cuando el sacerdote Luc Buyens, en la misa de carnaval de la localidad de Reusel, decidió no dar la comunión al príncipe de la fiesta, Gijs Vermeulen, por su condición de homosexual. Una semana más tarde hubo una acción de rechazo en la iglesia de Reusel, que motivó que el sacerdote no diera la comunión a nadie en esa misa.
La mayoría de holandeses apoya los derechos gay pero la Iglesia Católica enseña que la actividad homosexual es pecaminosa.
El domingo, la iglesia más importante de Den Bosch recibió una colorida delegación de homosexuales, lesbianas, transexuales y figuras políticas. Los manifestantes llevaban triángulos color rosa y algunos carteles con textos de protesta. La misa se desarrolló con dificultades. A mitad de la ceremonia hicieron su entrada al templo tres damas con pelucas y vestidos color rosa encendido. Personal de seguridad privado y de la iglesia intentaron inútilmente mantener el orden. La policía estaba presente fuera de la catedral, pero su intervención no fue necesaria.
La iglesia había decidido con anterioridad no dar a nadie la comunión. En su homilía, el sacerdote Geertjan van Rossem, explicó por qué. “La recepción de la hostia está destinada a personas que vivan su sexualidad de manera correcta”, dijo Van Rossem. “Este precioso sacramento no debe ser convertido en objeto de protesta”, agregó. Sus palabras fueron interrumpidas por los manifestantes, que abandonaron la iglesia cantando y abucheando al sacerdote.