viernes, 26 de junio de 2009

EL INICIO DE UN FELIZ DIA DEL ORGULLO GAY

por Miguel Angel de la Vega.

Eran las 9.00 de la mañana cuando todo comenzó. Mi apacible y cálido dormitorio recibió la visita del astro rey, aun que hacía frio y las sábanas se me pegaban, al tocar mi rostro y luego de estirarme comprobé que ya era la hora indicada; debía empezar la "súper- transformación", pues había llegado la primavera en mis sueños y debía convertirme de oruga en mariposa, era: EL DIA MUNDIAL DEL ORGULLO GAY.

Salte de la cama presto cual rayo y lo primero que hice fue lo usual, ir al dormitorio de los viejos a darles el saludo de buenos días, pero no pude, pues al abrir la puerta de su dormitorio me choqué con un estruendoso, afectuoso y sonoro ¡feliz día del orgullo gay, hijito!; detalle como mi regalo símbolo, pues aquella maravillosa familia ya me había adelantado los presentes físicos (rosas, estuche de maquillaje y unas fabulosas pestañas postizas para la noche). Lo dicho, maravillosa en efecto, pues me esperaban para desayunar juntos por mi día.

Luego del desayuno, que por cierto fue tortuoso (había decidido entrar en una muy rigurosa dieta que andaba ya por su octavo día, quería verme "regia" para esa noche) me alisté con lo primero que encontré, pues había hecho una cita con mi pedicurista para las 10.30 ¡y ya eran cerca de las 11!.

Ya en el spa, me encargué de relajarme y de no hablar de más, sabía que el tiempo pasaba inexorablemente y que mi podólogo tenía la costumbre de conversar mientras trabajaba, lo cual hacía que se distraiga y dilatase el tiempo de atención, lujo que yo no me podía dar, pues al mediodía tenía otra cita de belleza, esta vez era con mi depilador.

El pitecántropus erectus que era en ése momento (pues estaba con una barba crecida de hacía un mes) se transformó al cabo de la sesión, de un mono a una "monada". Mi depilador empezó primero con la cera caliente sobre los brazos (¡auch! entendí de inmediato lo que se debe sentir en el infierno), luego pasó a depilarme los vellos del pecho, la espalda y de las piernas, para luego finalmente concluir con una afeitada "fabudivina", la cual me dejó el rostro como si fuera el poto de un bebé…(CONTINUARA)
 

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