MUNDO GAY : EL FIN DE FREDDY KRÜGER

por Miguel Angel de la Vega

…luego del festín quedé tan satisfecho con la “disociadora experiencia” que le di mi fono y así empezó todo. Empezamos a salir, hasta que, luego de algunos meses me pidió ser su pareja y acepté. Confieso que al aceptar, me dejé influenciar por mis rezagos de sentimentalismo barato y por mis secuelas de baja autoestima. Mantuvimos una relación de algunos meses, tiempo en el cual conocí lo bueno de él y pensaba que aquel gay de 33 años podría, en algún momento, contagiarse de mi vanidad y mejorar su apariencia, pero fue inútil. Toleré por meses andar con una persona a quien no podía presentar ante mis padres como mi pareja, pero la gota que derramó el vaso y me hizo ponerle un stop a la relación fue su tacañería.

Recuerdo en una ocasión me pidió que comprase los clásicos tamales para preparar el desayuno del domingo y… ¡oh no, craso error, se me ocurrió la brillante idea de tomar prestado de su vuelto la astronómica suma de 50 céntimos!, quería saciar un invernal y humano deseo por un sublime. Pues cuando el susodicho se enteró pegó el grito al cielo, por mi tan “inexorable crimen”.

Es paradójico ver como pasa la vida de un gay, nunca pensé vivir una experiencia como esta. De los reveses se aprende más que de los aciertos. Y a pesar que mi “FK” era muy ahorrativo con sus gastos y nada parecido a un metrosexual, no me arrepiento de haberlo conocido, pues con él aprendí a valorarme más como ser humano.