martes, 29 de septiembre de 2009

Cinco países mantienen pena de muerte para homosexuales

pero el presidente de la Asamblea de la ONU, el libio Ali Abdussalam Treki, niega su apoyo a la declaración que pide descriminalizar la homosexualidad.

ElPais.com- 30 de septiembre de 2009


Ser homosexual está castigado con la muerte -al menos en teoría- en Mauritania, Arabia Saudí, Sudán, Irán y Yemen. Y también en el norte islamista de Nigeria y Somalia. Esta es la conclusión más tenebrosa del último mapa sobre los derechos de lesbianas y gays en el mundo que ha hecho la federación internacional ILGA. En el trabajo, elaborado a partir de las legislaciones, no se observan variaciones con respecto al año pasado. Además, otros 72 países criminalizan las relaciones entre personas del mismo sexo. A esta cifra habría que añadir las regiones, entidades o estados autónomos que lo hacen. El último, denunciado esta semana por Amnistía Internacional, el de Aceh en Indonesia, donde tener relaciones homosexuales puede suponer recibir 100 latigazos.


Pero en el mapa empieza a haber una presencia cada vez mayor del verde o el azul, países que reconocen la máxima igualdad legal (entendida como lo que se llama matrimonio gay -aunque la Real Academia Española no reconozca aún esta acepción de la palabra- o leyes de pareja que sin llamarse así confieren los mismos derechos). España, Bélgica, Holanda, Canadá, Suráfrica, Noruega y Suecia forman el grupo de los países más avanzados. A ellos hay que unir hasta otros 16 que confieren la máxima protección a los ciudadanos homosexuales (como Colombia y Uruguay, con sendas leyes de parejas de hecho), y otros 29 países que tienen legislaciones antidiscriminación específicas.


La lista de estos 55 (los que permiten las uniones o tienen leyes antidiscriminación) coincide casi exactamente con los 66 que votaron el pasado diciembre en la ONU a favor de una iniciativa para que no se criminalizara a gays y lesbianas. Aquella propuesta, considerada un éxito por el movimiento homosexual (a pesar de que no fue apoyada más que por un tercio de los países de la Asamblea), ha recibido sin embargo un jarro de agua fría reciente, con el nombramiento del nuevo presidente de la Asamblea, el libio Ali Abdussalam Treki. "Es un asunto muy sensible. Como musulmán, no estoy a favor. Es algo que la mayoría de los países no aceptan. Creo que no es aceptable debido a mi religión, a mi tradición", manifestó. "No es aceptable en la mayoría del mundo. Y algunos países lo permiten, creyendo que es una especie de cosa democrática.Yo creo que no lo es", añadió.

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