Los legisladores del Estado de Nueva York han votado este miércoles en contra de la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo. La decisión echa por tierra las esperanzas del colectivo gay, que confiaba en que Nueva York se convirtiera en el sexto Estado de EE UU en permitir las uniones homosexuales, después de Iowa, Connecticut, Massachusetts, New Hampshire y Vermont.
En una acalorada y emotiva sesión, el Senado de Nueva York tumbó el proyecto legislativo que contemplaba los matrimonios entre homosexuales por 38 votos contra 24. La asamblea estatal, dominada por el Partido Demócrata, aprobó hasta en tres ocasiones sin apuros la ley que permite los matrimonios entre homosexuales, pero esta legislación no había llegado al Senado hasta ahora.
Y aunque en esta cámara los demócratas también cuentan con mayoria (32 frente a 30), varios senadores demócratas se alinearon con los republicanos, donde además nadie votó a favor.
"Profunda decepción"
El Gobernador del Estado, David Paterson, un demócrata que sí que apoya expresamente las bodas gays, ha lamentado el resultado final de la votación y ha aclarado que hubiera respaldado con su firma la nueva ley si ésta hubiera obtenido el visto bueno del Senado.
Michael Bloomberg, alcalde de Nueva York, también ha expresado su "profunda decepción" por lo acaecido en el Senado. "Los cambios históricos no son fáciles de conseguir, pero esta votación crucial creo que no impedirá que al final el Estado extienda los derechos matrimoniales plenos a todas las parejas".
"No aceptaremos la derrota y seguiremos luchando hasta que todos los neoyorquinos sean tratados con igualdad", ha dicho por su parte la portavoz del Ayuntamiento Christine Quinn, que nunca ha ocultado su homosexualidad.
En la otra orilla de la polémica se sitúan los opositores a que los homosexuales se equiparen en derechos sociales al resto de ciudadanos. "Es una victoria enorme", se ha congratulado Maggie Gallagher, la líder de la Organización Nacional del Matrimonio, un colectivo ultraconservador que lógicamente se opone a esta ley. "Lo que hemos visto hoy en el Senado es el deseo de la gente", ha valorado.
Debate pasional
Plagado de alusiones a los derechos civiles, la familia y la historia, el debate se caracterizó por intervenciones de carácter muy personal, en las que se asociaron los esfuerzos por igualar los derechos de los homosexuales a los realizados en el mismo sentido por las mujeres hace ya décadas.
La demócrata Liz Krueger, por ejemplo, explicó que sus abuelos habían venido a Estados Unidos huyendo de la persecución de los judíos, por lo que como mujer que profesa esa religión es sencillo de entender por qué ve justo que se legalicen los matrimonios entre homosexuales.
Por el contrario, el polémico senador puertorriqueño Rubén Díaz, reverendo evangelista y presidente de la Organización de Ministros Hispanos, argumentó que "no sólo los evangélicos, los judíos, los musulmanes y los católicos, sino que también la sociedad en general, se opone" a este tipo de enlaces.
En una acalorada y emotiva sesión, el Senado de Nueva York tumbó el proyecto legislativo que contemplaba los matrimonios entre homosexuales por 38 votos contra 24. La asamblea estatal, dominada por el Partido Demócrata, aprobó hasta en tres ocasiones sin apuros la ley que permite los matrimonios entre homosexuales, pero esta legislación no había llegado al Senado hasta ahora.
Y aunque en esta cámara los demócratas también cuentan con mayoria (32 frente a 30), varios senadores demócratas se alinearon con los republicanos, donde además nadie votó a favor.
"Profunda decepción"
El Gobernador del Estado, David Paterson, un demócrata que sí que apoya expresamente las bodas gays, ha lamentado el resultado final de la votación y ha aclarado que hubiera respaldado con su firma la nueva ley si ésta hubiera obtenido el visto bueno del Senado.
Michael Bloomberg, alcalde de Nueva York, también ha expresado su "profunda decepción" por lo acaecido en el Senado. "Los cambios históricos no son fáciles de conseguir, pero esta votación crucial creo que no impedirá que al final el Estado extienda los derechos matrimoniales plenos a todas las parejas".
"No aceptaremos la derrota y seguiremos luchando hasta que todos los neoyorquinos sean tratados con igualdad", ha dicho por su parte la portavoz del Ayuntamiento Christine Quinn, que nunca ha ocultado su homosexualidad.
En la otra orilla de la polémica se sitúan los opositores a que los homosexuales se equiparen en derechos sociales al resto de ciudadanos. "Es una victoria enorme", se ha congratulado Maggie Gallagher, la líder de la Organización Nacional del Matrimonio, un colectivo ultraconservador que lógicamente se opone a esta ley. "Lo que hemos visto hoy en el Senado es el deseo de la gente", ha valorado.
Debate pasional
Plagado de alusiones a los derechos civiles, la familia y la historia, el debate se caracterizó por intervenciones de carácter muy personal, en las que se asociaron los esfuerzos por igualar los derechos de los homosexuales a los realizados en el mismo sentido por las mujeres hace ya décadas.
La demócrata Liz Krueger, por ejemplo, explicó que sus abuelos habían venido a Estados Unidos huyendo de la persecución de los judíos, por lo que como mujer que profesa esa religión es sencillo de entender por qué ve justo que se legalicen los matrimonios entre homosexuales.
Por el contrario, el polémico senador puertorriqueño Rubén Díaz, reverendo evangelista y presidente de la Organización de Ministros Hispanos, argumentó que "no sólo los evangélicos, los judíos, los musulmanes y los católicos, sino que también la sociedad en general, se opone" a este tipo de enlaces.
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