Los homosexuales rumanos salieron hoy de nuevo a la calle en su anual marcha del orgullo gay y con el difícil objetivo de ser aceptados por una sociedad cargada aún de prejuicios religiosos y de la tradición contra este colectivo.
Unas 300 personas, entre las que había un buen número de extranjeros residentes en Bucarest, desfilaron frente al edificio del Parlamento protegidos por cerca de mil policías, para evitar la repetición de los incidentes violentos del año pasado por parte de radicales de ultraderecha.
La marcha de hoy, sin embargo, estuvo marcada por un ambiente festivo y los homosexuales pudieron bailar al ritmo de la música durante todo el trayecto, ondeando banderas con los colores del arco iris y lanzando al aire globos de colores.
No muy lejos, separados por los agentes, unos 50 ultraderechistas mostraban pancartas homófobas, reclamaban "normalidad" y gritaban contra la "degeneración gay y la destrucción de la familia".
"Hemos venido a divertirnos, sólo queremos ser tratados como personas", explicó a Efe Petre, un homosexual bucarestino de 25 años que acudió a la manifestación acompañado de su novio.
Los embajadores del Reino Unido y de Holanda tomaron la palabra en solidaridad con este colectivo y pidieron a las autoridades rumanas más comprensión en la causa de los homosexuales rumanos.
Ningún miembro del Gobierno rumano o de partidos políticos participó en la manifestación.
"Celebramos la diversidad en esta fiesta fantástica", declaró eufórico ante una bandera de la "Union Jack" de tonos rosas Robin Barnett, embajador británico en Bucarest.
Asimismo, un eurodiputado francés tocado con una banda de Miss de color azul y las siglas del Parlamento Europeo ofreció la amistad de la UE a los gays de Rumanía, que expresaron su deseo de una mayor tolerancia social y que la fiesta pudiera celebrarse el año próximo sin la presencia de la policía.
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