El matrimonio homosexual en Estados Unidos puede tener el próximo martes un punto de inflexión a su favor o en contra. Será entonces cuando el Estado de Maine vote en un referédum sobre la legalidad de esta unión. La decisión influirá de manera decisiva sobre la opinión de jueces y legisladores a largo de todo el país sobre este asunto.
En caso de que el resultado final sea el del 'no', se trataría del segundo revés importante que recibe la comunidad gay en EEUU, ya que sus miembros en este territorio perderían el citado derecho que debería haber sido una realidad desde el pasado mes de septiembre, pero cuya ratificación definitiva se ha aplazado hasta la celebración de este plebiscito.
Algo parecido a lo que ya sucedió tiempo atrás en California, donde otra votación tumbó las bodas entre personas del mismo sexo aprobadas apenas seis meses antes de que la ciudadanía hablase.
"Estamos ante un momento decisivo. Lo que suceda en Maine tendrá, para un lado o para otro, reflejo en todo el país", comenta Marc Mutty, presidente de la organización 'Stand for Marriage in Maine' (Apoyo al matrimonio en Maine). "Si lo lográramos, la educación estatal y puede que nacional tendría que replantearse introducir el matrimonio gay en el temario de las escuelas. Algo histórico", proclama, eufórico.
Además, ayudaría a los movimientos homosexuales de California a intentar, de nuevo, derogar la prohibición sobre sus uniones. Otros puntos del país podrían intentar iniciativas similares.
En el caso contrario (un "sí" a la ley), el espaldarazo sería historico, ya que hasta la fecha los cuatro Estados que permiten estos enlaces (Connecticut, Iowa, Massachussets y Vermont) lo hicieron mediante acciones legislativas o judiciales. Nunca antes los votantes americanos han dado luz verde a una propuesta parecida.
Proporciones desigualmente emparejadas
Pese a que las encuestas iniciales muestran cierta ventaja para los que defienden el rechazo hacia estos matrimonios, los porcentajes están demasiado ajustados como para ser tajántes en los pronósticos.
Por ello, ambos bandos se han movilizado de costa a costa de los Estados Unidos para que sus integrantes defiendan su causa en Maine.
"No puedo creer lo que estoy haciendo. Sé que es una locura. Vivo en la otra punta del país, pero sabía que tenía que defender la causa gay en Maine", explica Stace McDaniel, un profesor jubilado de Atlanta a The New York Times. McDaniel solicitó un crédito de 5.000 dólares solo para poder hacer campaña a pie de calle.
Gestos como éstos son, con todo, más frecuentes en los contrarios a este tipo de enlaces, numerosos en lo que a efectivos se refiere, pero no en el soporte financiero. Ahí, la goleada cae del lado homosexual que a través de Internet se ha hecho con cuatro millones de dólares. Los conservadores apenas han logrado la mitad. Por eso han reclamado ayuda a la Iglesia.
La diócesis católica de Portland ha iniciado una colecta masiva en las iglesias que ha dado jugosos dividendos y que está siendo investigado por las autoridades locales por posibles irregularidades en las leyes de financiación de organismos privados.
En caso de que el resultado final sea el del 'no', se trataría del segundo revés importante que recibe la comunidad gay en EEUU, ya que sus miembros en este territorio perderían el citado derecho que debería haber sido una realidad desde el pasado mes de septiembre, pero cuya ratificación definitiva se ha aplazado hasta la celebración de este plebiscito.
Algo parecido a lo que ya sucedió tiempo atrás en California, donde otra votación tumbó las bodas entre personas del mismo sexo aprobadas apenas seis meses antes de que la ciudadanía hablase.
"Estamos ante un momento decisivo. Lo que suceda en Maine tendrá, para un lado o para otro, reflejo en todo el país", comenta Marc Mutty, presidente de la organización 'Stand for Marriage in Maine' (Apoyo al matrimonio en Maine). "Si lo lográramos, la educación estatal y puede que nacional tendría que replantearse introducir el matrimonio gay en el temario de las escuelas. Algo histórico", proclama, eufórico.
Además, ayudaría a los movimientos homosexuales de California a intentar, de nuevo, derogar la prohibición sobre sus uniones. Otros puntos del país podrían intentar iniciativas similares.
En el caso contrario (un "sí" a la ley), el espaldarazo sería historico, ya que hasta la fecha los cuatro Estados que permiten estos enlaces (Connecticut, Iowa, Massachussets y Vermont) lo hicieron mediante acciones legislativas o judiciales. Nunca antes los votantes americanos han dado luz verde a una propuesta parecida.
Proporciones desigualmente emparejadas
Pese a que las encuestas iniciales muestran cierta ventaja para los que defienden el rechazo hacia estos matrimonios, los porcentajes están demasiado ajustados como para ser tajántes en los pronósticos.
Por ello, ambos bandos se han movilizado de costa a costa de los Estados Unidos para que sus integrantes defiendan su causa en Maine.
"No puedo creer lo que estoy haciendo. Sé que es una locura. Vivo en la otra punta del país, pero sabía que tenía que defender la causa gay en Maine", explica Stace McDaniel, un profesor jubilado de Atlanta a The New York Times. McDaniel solicitó un crédito de 5.000 dólares solo para poder hacer campaña a pie de calle.
Gestos como éstos son, con todo, más frecuentes en los contrarios a este tipo de enlaces, numerosos en lo que a efectivos se refiere, pero no en el soporte financiero. Ahí, la goleada cae del lado homosexual que a través de Internet se ha hecho con cuatro millones de dólares. Los conservadores apenas han logrado la mitad. Por eso han reclamado ayuda a la Iglesia.
La diócesis católica de Portland ha iniciado una colecta masiva en las iglesias que ha dado jugosos dividendos y que está siendo investigado por las autoridades locales por posibles irregularidades en las leyes de financiación de organismos privados.
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