Entraron con el Ave María y salieron diez minutos más tarde como marido y marido: Omar y John se casaron en una capilla que aceptó unirlos a pesar de que en Nueva York el matrimonio gay sea ilegal.
"Nunca pensé que esto iba a suceder", comenta a la AFP Omar Portacio, de 25 años, que adoptó inmediatamente el sábado el apellido de John, su "esposo" de 26 con quien vive en Brooklyn desde hace ya un año.
Para celebrar la unión acudieron a una pequeña "Capilla de Bodas" que abrió hace apenas dos semanas en el barrio bohemio a la moda del Lower East Side y que casa a cualquier tipo de pareja.
"Lo que nos interesa es ser reconocidos y que nos traten como una pareja casada", dijo Omar. "Estar casado significa mucho, quiere decir que estamos aceptados y reconocidos por la sociedad", agregó.
Tan emocionado como un novio tradicional minutos antes de dar el "sí", John confirma: "Queríamos que fuese público, para que todo el mundo sepa".
El espacio ocupa apenas el equivalente de una cochera, da directamente sobre la calle Norfolk y fue dispuesto para la ocasión con varias filas de sillas para los invitados y flores artificiales en las paredes.
La capilla es obra de los dueños del lugar, Kevin Fey y Joseph Peter, que decidieron cambiar cada cuatro meses de actividad y hacer algo distinto. Ahora se dedican a casar parejas, cobrándoles entre 100 y 500 dólares por ceremonia.
En la capilla no hay símbolos religiosos y Kevin se convirtió a los 23 años en "reverendo" con un simple clic de computadora: la Iglesia de la Vida Universal otorga ese título por internet a cualquiera y casi instantáneamente.
"Me hice 'reverendo' online solo para esto", cuenta. "Ya oficié unos quince matrimonios, ocho de ellos reales y el resto simulados".
Como en Las Vegas, las parejas heterosexuales pueden salir casadas en diez minutos y el trámite es legalmente tan válido como un matrimonio tradicional realizado en las oficinas de la alcaldía. Otros lo hacen solo por divertirse.
"Algunos que se casan en el extranjero quieren ofrecer una ceremonia a sus amigos de Nueva York y recurren a nosotros", cuenta Kevin, vestido especialmente para la ocasión con un sobrio traje blanco.
La ceremonia consiste en el tradicional intercambio de promesas y anillos, pero está desprovista de toda referencia religiosa.
Las otras tres parejas que se casaron ese día hicieron simplemente actos simbólicos de protesta para reclamar el casamiento homosexual, como las bodas de Sara con Lucy o de Jaeme con Michael, todos veinteañeros.
"Yo lo hice porque es lamentable que todavía tengamos que estar luchando por la igualdad de derechos", deplora Jaeme, de 29 años, que aprovechó la oportunidad para darse el gusto de ponerse un traje de novia.
En Estados Unidos el casamiento homosexual fue legalizado en Iowa y en cinco estados de Nueva Inglaterra, al norte de Nueva York: Connecticut, Maine Massachusetts, New Hampshire y Vermont.
Sin embargo, 40 años después de su rebelión de Stonewall, que marcó el inicio del movimiento de emancipación gay mundial, Nueva York sigue esperando su legislación en la materia.
La Asamblea estatal votó este año un proyecto del ley en ese sentido, y el gobernador David Paterson prometió promulgarlo no bien lo apruebe el Senado, donde sin embargo la batalla no está ganada de antemano.
"Hay muchas esperanzas de que cuando el Senado de Nueva York vuelva a sesionar en setiembre, adopte el texto ya votado por la Asamblea", dijo a la AFP Evan Wolfson, director ejecutivo del movimiento Libertad para Casarse.
Según el senador estatal Thomas Duane, demócrata y abiertamente homosexual, "los neoyorquinos lo respaldan porque piensan que negar esos derechos a gays y lesbianas está mal desde el punto de vista moral". "Tengo confianza de que la ley se aprobará este año", anticipó.
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