Autor: Evan Romero-Castillo
Editor: Pablo Kummetz
(Deutsche Welle)
Coincidiendo con el fin de las celebraciones del Christopher Street Day se inaugurará en Bochum una muestra que documenta el rol jugado por el artículo 175 del Código Penal en la persecución de homosexuales en Alemania.
Desde mayo se ha venido celebrando en distintas ciudades de Alemania el cuadragésimo aniversario de los disturbios de la calle Christopher en Nueva York, que comenzaron como respuesta a una razzia policial efectuada en el bar gay Stonewall Inn el 28 de junio de 1969. Esos tumultos son considerados como el suceso que catalizó el movimiento de liberación homosexual contemporáneo a escala internacional.
Pero además de festejar el Christopher Street Day (conocido en Iberoamérica como el Día del Orgullo Gay), los alemanes conmemoran también el hecho de que hace cuatro décadas, en su propio país, tuvo lugar la reforma de un artículo del Código Penal que hasta entonces había criminalizado las relaciones afectivas y eróticas entre hombres: heredado del Derecho prusiano, el parágrafo 175 dio carácter oficial a la persecución de homosexuales antes, durante y después del régimen nacionalsocialista.
Testimonios contra el olvido
La exposición itinerante Persecución de homosexuales en Hamburgo 1919-1969, curada por Ulf Bollmann, Gottfried Lorenz y Bernhard Rosenkranz, fue puesta a circular justo a tiempo para rememorar los cuarenta años de la enmienda del artículo 175, arrojando luz sobre los destinos de miles de hombres –y de mujeres también– que fueron acosados por el estamento hamburgués debido a su orientación o identidad sexual, y dejando entrever lo que otras miles de personas padecieron en el resto del territorio alemán.
Tras ser exhibida en la Universidad de Hamburgo, en el antiguo campo de concentración de Neuengamme y en el Ayuntamiento de Hamburgo, la exposición será inaugurada el 25 de agosto en el Ayuntamiento de Bochum, Renania del Norte-Westfalia, coincidiendo con el fin de las celebraciones del Christopher Street Day. Las entrevistas y los documentos oficiales, hemerográficos y fotográficos que constituyen esta muestra podrán ser vistos en el Schwules Museum de Berlín a partir del 7 de diciembre.
Una reforma trascendental
Aunque en la República Federal de Alemania (RFA) no fue anulado hasta 1994 y apenas en 1998 desapareció por completo de su Código Penal, el artículo 175 fue modificado el 25 de junio de 1969 para despenalizar el contacto sexual entre hombres mayores de 21 años. En la Alemania Oriental, las relaciones homosexuales entre adultos dejaron de constituir un delito en 1968. A ambos lados del Muro de Berlín, la enmienda de ese párrafo preparó el terreno para una profunda transformación social y política.
“¡Yo soy gay, y está bien que así sea!”. Con esas palabras cerró Klaus Wowereit un discurso que echó por tierra los planes de varios medios interesados en orear detalles de su vida íntima para aderezar el debate electoral que co-protagonizaba en 2001, casualmente, el mismo año en que se legalizaron las uniones civiles de parejas homosexuales en Alemania. La frase en cuestión lo convirtió en una celebridad poco antes de que fuera elegido alcalde de Berlín en representación del Partido Socialdemócrata (SPD).
Lo privado es político
Menos espectacular fue el coming out de Ole von Beust, Primer Alcalde de la ciudad-estado de Hamburgo por la Unión Demócrata Cristiana (CDU), cuya homosexualidad dejó de ser un secreto a voces en 2003, cuando expulsó del Senado a su compañero de coalición, Ronald Schill, por haber intentado chantajearlo con hacer públicas sus preferencias afectivas. Contrario a lo que habría ocurrido en décadas anteriores, este episodio le costó la carrera política al extorsionador y no a la víctima.
Una de las diferencias entre el alcalde de Berlín y el de Hamburgo radica en que, para Wowereit, lo personal es político, mientras que von Beust separa tajantemente su vida privada de su vida pública: Wowereit no tiene empacho en hablar sobre la discriminación sistemática de la que son objeto los homosexuales dentro y fuera de Alemania, y ha criticado abiertamente al democristiano von Beust por su reticencia a cultivar una relación política más estrecha con la minoría social a la que de facto pertenece.
De delincuentes en potencia a alcaldes
Pero ambos tienen en común una experiencia que no tuvo, por ejemplo, Guido Westerwelle, presidente del Partido Demócrata Liberal (FDP), otro gay prominente en la escena política germana: nacido en 1961, Westerwelle era todavía un niño cuando el Estado alemán suspendió la persecución institucionalizada de los homosexuales a finales de los sesenta. En cambio, Wowereit y von Beust entraron a la adolescencia sabiendo que los gays eran considerados como delincuentes por la ley.
“El artículo 175 ya existía antes de que los nacionalsocialistas asumieran el poder, pero ellos lo endurecieron en 1935 para que hasta el coqueteo entre personas del mismo género fuera considerado un delito. Después de la Segunda Guerra Mundial, el Código Penal de la RFA conservó ese artículo sin alteraciones”, comenta Ulf Bollmann, quien, junto a los otros dos co-curadores de la exposición mencionada, publicó el libro Persecución de homosexuales en Hamburgo 1919-1969 en abril de 2009.
El infausto artículo 175
En la versión endurecida por los nazis, vigente entre 1935 y 1969, el artículo 175 del Código Penal alemán establecía: “El hombre que cometa actos impúdicos con otro hombre o permita que otro hombre abuse de él para cometer actos obscenos será castigado con presidio. Si uno de los involucrados tuviera menos de 21 años de edad al consumarse el delito y si el caso no tuviera agravantes, la Corte podría considerar el levantamiento de los cargos”.
Los artículos 175a y 175b describían las circunstancias agravantes y la magnitud de las sentencias a aplicar; desde penas de cárcel de poco más de tres meses hasta las de diez años, pasando por la posible suspensión de los derechos cívicos de los acusados. Aunque la represión social y jurídica de las lesbianas siempre se llevó a cabo apelando a parágrafos del Código Penal que no aludían directamente a la sexualidad femenina, en los años cincuenta se llegó a plantear una expansión del artículo 175 que permitiera instrumentalizarlo también en contra de las mujeres homosexuales.
Una persecución sistemática
“No sabemos cuántos ciudadanos fueron llevados a juicio en los años de la República de Weimar; pero durante el régimen nacionalsocialista alrededor de 100.000 homosexuales fueron perseguidos por la ley y, después de la guerra, entre 1945 y 1969, se procesó a un número equivalente de personas por ser homosexuales”, asegura Bollmann.
“En la Alemania Occidental, después de 1945, a los homosexuales no se les siguió internando en campos de concentración ni esterilizando ni castrando como lo hacían los nazis. Pero las penas de cárcel eran tan largas como durante el Tercer Reich, los pocos lugares de encuentro al aire libre que tenían los gays eran vigilados por la policía, los locales nocturnos eran clausurados, las asociaciones civiles y las publicaciones especializadas estaban prohibidas”, cuenta el investigador.
La deuda pendiente de Alemania
“Y específicamente en Hamburgo, los dueños de establecimientos eran amenazados con el cierre de sus negocios si permitían que dos personas del mismo género bailaran juntas. Todo eso dificultaba enormemente la libertad de expresión y el desarrollo de la personalidad, de los afectos y de la sexualidad”, explica Bollman, subrayando que la RFA tiene una deuda pendiente con los homosexuales perseguidos que todavía viven.
“El Estado alemán no ha anulado las sentencias dictadas con base en el artículo 175 después de 1945 por temor a una avalancha de demandas y a verse obligado a pagar los desagravios correspondientes”, agrega, dejando en el aire la impresión de que, aparte de los derechos civiles por conquistar, para la comunidad GLBTI (siglas con las que se alude a las personas gays, lesbianas, bisexuales, transgénero e intersexuales) sigue habiendo acreencias históricas por cobrar.
Editor: Pablo Kummetz
(Deutsche Welle)
Coincidiendo con el fin de las celebraciones del Christopher Street Day se inaugurará en Bochum una muestra que documenta el rol jugado por el artículo 175 del Código Penal en la persecución de homosexuales en Alemania.
Desde mayo se ha venido celebrando en distintas ciudades de Alemania el cuadragésimo aniversario de los disturbios de la calle Christopher en Nueva York, que comenzaron como respuesta a una razzia policial efectuada en el bar gay Stonewall Inn el 28 de junio de 1969. Esos tumultos son considerados como el suceso que catalizó el movimiento de liberación homosexual contemporáneo a escala internacional.
Pero además de festejar el Christopher Street Day (conocido en Iberoamérica como el Día del Orgullo Gay), los alemanes conmemoran también el hecho de que hace cuatro décadas, en su propio país, tuvo lugar la reforma de un artículo del Código Penal que hasta entonces había criminalizado las relaciones afectivas y eróticas entre hombres: heredado del Derecho prusiano, el parágrafo 175 dio carácter oficial a la persecución de homosexuales antes, durante y después del régimen nacionalsocialista.
Testimonios contra el olvido
La exposición itinerante Persecución de homosexuales en Hamburgo 1919-1969, curada por Ulf Bollmann, Gottfried Lorenz y Bernhard Rosenkranz, fue puesta a circular justo a tiempo para rememorar los cuarenta años de la enmienda del artículo 175, arrojando luz sobre los destinos de miles de hombres –y de mujeres también– que fueron acosados por el estamento hamburgués debido a su orientación o identidad sexual, y dejando entrever lo que otras miles de personas padecieron en el resto del territorio alemán.
Tras ser exhibida en la Universidad de Hamburgo, en el antiguo campo de concentración de Neuengamme y en el Ayuntamiento de Hamburgo, la exposición será inaugurada el 25 de agosto en el Ayuntamiento de Bochum, Renania del Norte-Westfalia, coincidiendo con el fin de las celebraciones del Christopher Street Day. Las entrevistas y los documentos oficiales, hemerográficos y fotográficos que constituyen esta muestra podrán ser vistos en el Schwules Museum de Berlín a partir del 7 de diciembre.
Una reforma trascendental
Aunque en la República Federal de Alemania (RFA) no fue anulado hasta 1994 y apenas en 1998 desapareció por completo de su Código Penal, el artículo 175 fue modificado el 25 de junio de 1969 para despenalizar el contacto sexual entre hombres mayores de 21 años. En la Alemania Oriental, las relaciones homosexuales entre adultos dejaron de constituir un delito en 1968. A ambos lados del Muro de Berlín, la enmienda de ese párrafo preparó el terreno para una profunda transformación social y política.
“¡Yo soy gay, y está bien que así sea!”. Con esas palabras cerró Klaus Wowereit un discurso que echó por tierra los planes de varios medios interesados en orear detalles de su vida íntima para aderezar el debate electoral que co-protagonizaba en 2001, casualmente, el mismo año en que se legalizaron las uniones civiles de parejas homosexuales en Alemania. La frase en cuestión lo convirtió en una celebridad poco antes de que fuera elegido alcalde de Berlín en representación del Partido Socialdemócrata (SPD).
Lo privado es político
Menos espectacular fue el coming out de Ole von Beust, Primer Alcalde de la ciudad-estado de Hamburgo por la Unión Demócrata Cristiana (CDU), cuya homosexualidad dejó de ser un secreto a voces en 2003, cuando expulsó del Senado a su compañero de coalición, Ronald Schill, por haber intentado chantajearlo con hacer públicas sus preferencias afectivas. Contrario a lo que habría ocurrido en décadas anteriores, este episodio le costó la carrera política al extorsionador y no a la víctima.
Una de las diferencias entre el alcalde de Berlín y el de Hamburgo radica en que, para Wowereit, lo personal es político, mientras que von Beust separa tajantemente su vida privada de su vida pública: Wowereit no tiene empacho en hablar sobre la discriminación sistemática de la que son objeto los homosexuales dentro y fuera de Alemania, y ha criticado abiertamente al democristiano von Beust por su reticencia a cultivar una relación política más estrecha con la minoría social a la que de facto pertenece.
De delincuentes en potencia a alcaldes
Pero ambos tienen en común una experiencia que no tuvo, por ejemplo, Guido Westerwelle, presidente del Partido Demócrata Liberal (FDP), otro gay prominente en la escena política germana: nacido en 1961, Westerwelle era todavía un niño cuando el Estado alemán suspendió la persecución institucionalizada de los homosexuales a finales de los sesenta. En cambio, Wowereit y von Beust entraron a la adolescencia sabiendo que los gays eran considerados como delincuentes por la ley.
“El artículo 175 ya existía antes de que los nacionalsocialistas asumieran el poder, pero ellos lo endurecieron en 1935 para que hasta el coqueteo entre personas del mismo género fuera considerado un delito. Después de la Segunda Guerra Mundial, el Código Penal de la RFA conservó ese artículo sin alteraciones”, comenta Ulf Bollmann, quien, junto a los otros dos co-curadores de la exposición mencionada, publicó el libro Persecución de homosexuales en Hamburgo 1919-1969 en abril de 2009.
El infausto artículo 175
En la versión endurecida por los nazis, vigente entre 1935 y 1969, el artículo 175 del Código Penal alemán establecía: “El hombre que cometa actos impúdicos con otro hombre o permita que otro hombre abuse de él para cometer actos obscenos será castigado con presidio. Si uno de los involucrados tuviera menos de 21 años de edad al consumarse el delito y si el caso no tuviera agravantes, la Corte podría considerar el levantamiento de los cargos”.
Los artículos 175a y 175b describían las circunstancias agravantes y la magnitud de las sentencias a aplicar; desde penas de cárcel de poco más de tres meses hasta las de diez años, pasando por la posible suspensión de los derechos cívicos de los acusados. Aunque la represión social y jurídica de las lesbianas siempre se llevó a cabo apelando a parágrafos del Código Penal que no aludían directamente a la sexualidad femenina, en los años cincuenta se llegó a plantear una expansión del artículo 175 que permitiera instrumentalizarlo también en contra de las mujeres homosexuales.
Una persecución sistemática
“No sabemos cuántos ciudadanos fueron llevados a juicio en los años de la República de Weimar; pero durante el régimen nacionalsocialista alrededor de 100.000 homosexuales fueron perseguidos por la ley y, después de la guerra, entre 1945 y 1969, se procesó a un número equivalente de personas por ser homosexuales”, asegura Bollmann.
“En la Alemania Occidental, después de 1945, a los homosexuales no se les siguió internando en campos de concentración ni esterilizando ni castrando como lo hacían los nazis. Pero las penas de cárcel eran tan largas como durante el Tercer Reich, los pocos lugares de encuentro al aire libre que tenían los gays eran vigilados por la policía, los locales nocturnos eran clausurados, las asociaciones civiles y las publicaciones especializadas estaban prohibidas”, cuenta el investigador.
La deuda pendiente de Alemania
“Y específicamente en Hamburgo, los dueños de establecimientos eran amenazados con el cierre de sus negocios si permitían que dos personas del mismo género bailaran juntas. Todo eso dificultaba enormemente la libertad de expresión y el desarrollo de la personalidad, de los afectos y de la sexualidad”, explica Bollman, subrayando que la RFA tiene una deuda pendiente con los homosexuales perseguidos que todavía viven.
“El Estado alemán no ha anulado las sentencias dictadas con base en el artículo 175 después de 1945 por temor a una avalancha de demandas y a verse obligado a pagar los desagravios correspondientes”, agrega, dejando en el aire la impresión de que, aparte de los derechos civiles por conquistar, para la comunidad GLBTI (siglas con las que se alude a las personas gays, lesbianas, bisexuales, transgénero e intersexuales) sigue habiendo acreencias históricas por cobrar.
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