Tres años después de un ataque en que casi pierde la vida por ser homosexual, Sherman se asusta al anochecer. En sus peores días, su presión sanguínea se le acelera, mira constantemente a su alrededor y evita salir a la calle.
Un grupo de hombres le agredió a puntapiés y le acuchilló por ser un "batty boy" (chico alocado), un término local que usan para referirse a los homosexuales, después de salir de una fiesta antes del amanecer en octubre del 2006. Le cortaron el cuello, el pecho y la espalda, mientras le gritaban insultos antigays y lo dejaron pensando que había muerto en una esquina de Kingston.
"Cuando ya son las cinco o las seis, mi corazón se acelera. Y tengo que ir a casa", señala el activista de 36 años frente a la oficina secreta del único grupo de derechos gay que funciona en Jamaica. Al igual que muchos otros, Sherman no da su nombre completo por temor a represalias.
Pese a la imagen de tolerancia que propaga Jamaica en sus afiches turísticos, los homosexuales y sus defensores coinciden en señalar que es la isla donde hay mayor hostilidad hacia los gays en la conservadora sociedad del Caribe. Dicen que los gays, por lo general procedentes de comunidades pobres, son objeto de frecuentes abusos. Pero no cuentan con mucha ayuda debido al creciente estigma contra la comunidad gay y a una ley que prohibe lel sexo entre hombres (sodomía) en Jamaica y en otras 10 ex colonias británicas en el Caribe.
Es difícil determinar qué tan comunes son los ataques a homosexuales como el que sufrió Sherman en Jamaica. Sus agresores son muchas veces los mismos policías. Muchos homosexuales afirman que la homofobia en Jamaica está generalizada en toda la isla, desde la iglesia hasta el Parlamento.
La hostilidad hacia los gays han alcanzado tal nivel que hace cinco meses, los defensores de los gays en Nueva York iniciaron un breve boicot contra Jamaica en el bar Stonewall Inn, donde se se inició la revuelta que dio origen al movimiento gay en 1969. En un informe divulgado en el 2008, el Departamento de Estado estadounidenses señaló también que los gays habían recibido amenazas de muerte y de incendio intencional, y que dudan en denunciar esos incidentes por temor.
Muchos en esta nación sumamente cristiana perciben la homosexualidad como un pecado, e insisten en que la violencia contra los gays es exagerada por los defensores de éstos. Algunos afirman que en Jamaica se tolera la homosexualidad mientras no sea publica.
El más importante pastor evengélico de Jamaica, el obispo Herro Blair, dijo que entiende a aquéllos que manifiestan intolerancia, pero que son los mismos homosexuales los que provocan los ataques en su contra.
"Entre ellos mismos, los homosexuales son extremadamente celosos", dijo Blair en un entrevista reciente. "Pero algunos provocan una reacción por su propio comportamiento, porque en opinión de mucha gente, la homosexualidad es desagradable", destacó.
Otros líderes religiosos han acusado a los gays de alardear su comportamiento a fin de "reclutar" a los jóvenes.
Es probable que al tratar de atraer a los votantes antigay, los políticos por lo general hagan críticas contra los homosexuales.
En una sesión del Parlamento en febrero, el legislador Ernest Smith del gobernante Partido Laboral de Jamaica destacó que los gays son "descarados", "abusivos" y "violentos", y expresó ansiedad ante la posibilidad de que la fuerza política fuera "arrollada por los homosexuales".
Una semanas después, el primer ministro Bruce Golding calificó a los defensores de la gays como "quizás los cabilderos mejor organizados del mundo", y prometió que iba a mantener la ley contra la sodomía" con penas de 10 años. Durante una entrevista con la BBC el año pasado, Golding juró que nunca permitiría gays en su gabinete.
El pavor al homosexualismo es tal que muchos hombres jamaiquinos se niegan a someterse a pruebas como el tacto rectal para detectar la posibilidad del cáncer de próstata,: incluso aquellos que tiene el mal avanzado la rechazan, destacó el doctor Trevor Tulloch, del Hospital St. Andrews.
"La sociedad es muy homofóbica y hay un temor tan grande de cualquier implicación sexual al someterse al examen, que los hombres no soliciten consultas para pedir ayuda", señaló Tulloch, agregando que la incidencia del cáncer de próstata se ha acrecentado en Jamaica debido a que los hombres no son revisados para la detección del mal.
El sentir contra los gays en esta isla de 2,8 millones de habitantes se ha hecho conocido a través del regueton, un género jamaiquino que mezcla rap y reggae, que a menudo destaca temas de violencia. Algunos raperos reguetoneros, entre ellos Bounty Killer y Elephant Man, componen canciones que invitan al ataque a los homosexuales entre el público que va a los conciertos.
La escritora Staceyann Chin, de Brooklyn, una lesbiana que huyó de Jamaica para vivir en Nueva York hace más de una década, destacó el alto nivel de violencia en la isla, que registró 1.611 asesinatos el año pasado, mayormente de gays.
Cuando la escritora se presentó en un programa de televisión de Oprah Winfrey para hablar sobre su homosexualidad en el 2007, recibió mensajes amenazantes de jamaiquinos antigays.
Los nacionalistas jamaiquinos siempre han sido vinculados con la masculinidad, lo cual hace que sean considerados como "una clase potente" en la cual aquéllos que violan las normas de masculinidad aceptadas son víctimas de abusos, destacó Scott Long de la organización Human Rights Watch.
Long, a cargo del programa de los derechos de los gays del grupo en Nueva York, destacó que la mayoría de las islas de habla inglesa en la región tienen pequeñas poblaciones donde los gays no declaran su orientación sexual y donde el activismo es limitado.
"Pero lo que se destaca en Jamaica es cómo las autoridades, que han adoptado la política del avestruz, no han abordado durante tantos años ni han admitido que hay violencia homofóbica", agregó. "Lo más notable es que tres gobiernos sucesivos han evitado hablar de la enmienda de la ley que convierte a los homosexuales en ciudadanos de segunda categoría".
Una destacada activista política jamaiquina, Yvonne McCalla Sobers, señaló que el estatus social aún protege a los gays de la isla, especialmente en Kingston, donde las grandes murallas han creado un sistema de seguridad intensa.
"Me parece que hay muchos más hombres que tienen relaciones entre sí en este país, de lo que uno podría imaginarse", destacó Sobers.
Muchos gays de áreas más pobres de Jamaica dicen que se reúnen en privado para tener seguridad y mantenerse acompañados. Una vez al mes, acuden a oficios religiosos clandestinos en locales que rotan en varios puntos de la isla.
Mientras tanto Sherman, trata de seguir con su vida.
"Ser gay en Jamaica, quiere decir que no hay que decírselo a nadie", agrega con una sonrisa a medias.
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