Krzysztof Charamsa, el cura polaco que escandalizó al Vaticano
anunciando su homosexualidad, escribió un manifiesto de liberación gay
con diez mandamientos dirigidos a la Iglesia católica para que abandone
"la persecución" contra este colectivo.
"No es como el caso del Estado Islámico que persigue personas homosexuales matándolas. La Iglesia católica no mata a las personas, pero las mata psicológicamente", asegura Charamsa.
"Las mata con su posición retrógrada, con su rechazo, con su desprecio y con las continuas enseñanzas contra los homosexuales", precisa.
"No es como el caso del Estado Islámico que persigue personas homosexuales matándolas. La Iglesia católica no mata a las personas, pero las mata psicológicamente", asegura Charamsa.
"Las mata con su posición retrógrada, con su rechazo, con su desprecio y con las continuas enseñanzas contra los homosexuales", precisa.
LOS DIEZ MANDAMIENTOS DE CHARAMSA
El manifiesto del cura polaco cuenta con diez mandamientos dirigidos a la Iglesia católica. En él, reclama al Vaticano anular los documentos ofensivos de la enseñanza católica sobre las personas homosexuales, revisar la interpretación eclesial de los textos bíblicos en esta materia y admitir a las personas homosexuales en el sacerdocio.
Charamsa considera que "estos textos deben ser juzgados como ideológicos, es como decir que la Tierra es plana y no se mueve. Están más cerca de las posiciones del fundamentalismo islámico que de la razón”.
Su postura se basa en pequeños fragmentos de la Biblia que, en su opinión, no condenan explícitamente la homosexualidad y deben enmarcarse “en el contexto histórico y cultural de su escritura”. “Hace siglos usábamos la Biblia para defender la esclavitud”, recuerda.
Charamsa exige disculpas del Vaticano “por sus omisiones y silencios, sus persecuciones y crímenes realizados contra las personas homosexuales a lo largo de los siglos”. Para ellos pide “respeto y compasión”, pero les exige castidad.
"LA IGLESIA ES CÓMPLICE DEL TERROR ANTIHOMOSEXUAL"
En su manifiesto, el cura polaco también exige a la Iglesia que no critique la legalización del matrimonio sexual en algunos países mientras que no condena la penalización de la homosexualidad en decenas de países del mundo. “Hasta que no rechace y condene abiertamente esta penalización es cómplice del terror antihomosexual”.
“Ante esta instrucción, todos los curas homosexuales tienen la obligación moral de salir del armario para mostrar al Vaticano que existimos y somos buenos curas”, asegura. Si los tuvieran que expulsar a todos, “sería posible que la Iglesia se quedara bastante sola”, advierte
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