Jazmín de los Ángeles Elizondo Arias nació el 10 de junio de 1991 en San Isidro de El General, Costa Rica. Su mamá Yadira y todos tenían claro que era mujer, pero un error de inscripción posterior hizo que ella quedara en el Registro Civil en la casilla de “masculino”. Nunca fue importante para llevar una vida en una sociedad que, en la teoría, trata igual a mujeres y hombres, pero llegaría el día en que esa pequeña equivocación iba a resultar determinante.
El sábado 25 de julio de 2015, 24 años después, Jazmín que es actriz de profesión perdería su condición de “soltero” y adoptaría la de “casado”, al contraer matrimonio con su novia Laura Isabel Florez-Estrada Pimentel, na chef española-peruana de 28 años, en San José, la capital de Costa Rica. En el papel, un matrimonio civil más. En la realidad, el primer matrimonio legal entre dos mujeres en Centroamérica, un logro con un importante significado en la lucha por la igualdad de derechos civiles para la población homosexual.
El caso salió a la luz en los diarios costaricenses. El matrimonio fue celebrado por el abogado Marco Castillo, uno de los principales activistas por el reconocimiento de las uniones civiles entre parejas del mismo sexo en Costa Rica. “Una cosa es como las personas nacen y otra es la identidad de género. Ella tiene identidad de género femenina y orientación sexual lesbiana; entonces podía casarse. Ante el Estado, ella es hombre y todo está en regla”, explicó el abogado, aunque dos horas después el Registro Civil anunció que intentará hacer que se declare nulo este matrimonio.
La ceremonia fue sencilla. Jamin y Laura se vistieron elegantes pero nada de vestidos de novia ni cosa parecida. Había familiares y amigos, una comida después y ninguna bandera arcoiris ni señal alguna de activismo, al menos visible. La trascendencia, sin embargo, era innegable y no era casual que Castillo fuera el celebrante. “Es un paso político importante porque se ve que los derechos no deben estar condicionados por la identidad de género. Esto tiene que provocar que la gente vea estas cuestiones como algo natural”, añade el abogado.
Laura, propietria d eun soficticado restaurante vegetariano en un exclisivo barrio de San José lo explica sin rodeos, a la española: “Jaz es legalmente hombre y biológicamente mujer. Aprovechamos ese error. Nos casamos en una ceremonia simbólica en junio y por ley en julio, pero hasta ahora lo revelamos porque tardó en salir inscrito el matrimonio, por ser yo extranjera. Entraba todos los días a revisar y ya, estamos bien casadas”, cuenta Laura, hermana del excandidato presidencial José María Villalta, de Frente Amplio (izquierda).
A su lado, Jaz sonríe y relata los antecedentes. “Vengo de una familia conservadora de una zona... bueno, con un conservadurismo terrible. Para mí no fue fácil aceptar mi identidad sexual, aunque desde la adolescencia hay cosas que a una le indican algo. En la universidad conocí a Lalay y sentí lo que nunca antes”. Su cédula indica que esa varón y nunca fue importante, hasta ahora. Allegados del movimiento pro derechos LGBTI le hicieron ver el trillo legal y por ahí han pasado. Ahora son matrimonio. “No sé si es el destino o qué, pero me parece fabuloso”. Y vuelve a reír.
El sábado 25 de julio de 2015, 24 años después, Jazmín que es actriz de profesión perdería su condición de “soltero” y adoptaría la de “casado”, al contraer matrimonio con su novia Laura Isabel Florez-Estrada Pimentel, na chef española-peruana de 28 años, en San José, la capital de Costa Rica. En el papel, un matrimonio civil más. En la realidad, el primer matrimonio legal entre dos mujeres en Centroamérica, un logro con un importante significado en la lucha por la igualdad de derechos civiles para la población homosexual.
El caso salió a la luz en los diarios costaricenses. El matrimonio fue celebrado por el abogado Marco Castillo, uno de los principales activistas por el reconocimiento de las uniones civiles entre parejas del mismo sexo en Costa Rica. “Una cosa es como las personas nacen y otra es la identidad de género. Ella tiene identidad de género femenina y orientación sexual lesbiana; entonces podía casarse. Ante el Estado, ella es hombre y todo está en regla”, explicó el abogado, aunque dos horas después el Registro Civil anunció que intentará hacer que se declare nulo este matrimonio.
La ceremonia fue sencilla. Jamin y Laura se vistieron elegantes pero nada de vestidos de novia ni cosa parecida. Había familiares y amigos, una comida después y ninguna bandera arcoiris ni señal alguna de activismo, al menos visible. La trascendencia, sin embargo, era innegable y no era casual que Castillo fuera el celebrante. “Es un paso político importante porque se ve que los derechos no deben estar condicionados por la identidad de género. Esto tiene que provocar que la gente vea estas cuestiones como algo natural”, añade el abogado.
Laura, propietria d eun soficticado restaurante vegetariano en un exclisivo barrio de San José lo explica sin rodeos, a la española: “Jaz es legalmente hombre y biológicamente mujer. Aprovechamos ese error. Nos casamos en una ceremonia simbólica en junio y por ley en julio, pero hasta ahora lo revelamos porque tardó en salir inscrito el matrimonio, por ser yo extranjera. Entraba todos los días a revisar y ya, estamos bien casadas”, cuenta Laura, hermana del excandidato presidencial José María Villalta, de Frente Amplio (izquierda).
A su lado, Jaz sonríe y relata los antecedentes. “Vengo de una familia conservadora de una zona... bueno, con un conservadurismo terrible. Para mí no fue fácil aceptar mi identidad sexual, aunque desde la adolescencia hay cosas que a una le indican algo. En la universidad conocí a Lalay y sentí lo que nunca antes”. Su cédula indica que esa varón y nunca fue importante, hasta ahora. Allegados del movimiento pro derechos LGBTI le hicieron ver el trillo legal y por ahí han pasado. Ahora son matrimonio. “No sé si es el destino o qué, pero me parece fabuloso”. Y vuelve a reír.
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