por Miguel Ängel de la Vega
… El lienzo ya estaba listo, era como la 1.45, decidí que era hora de regresar a casa, había recordado que mi familia me esperaba para el almuerzo, esta vez mis encantadores padres junto a mi hermanita habían comprado un delicioso pollo a la brasa, el cual solo pude acompañarlo de 5 bastones de papas fritas, pues mi dieta continuaba. Inmediatamente me cepillé los dientes, quería sacarme de la boca la sensación agradable de seguir comiendo algo tan sabroso y llegar a mi meta y a Dios gracias lo logré.
Terminé de embalar lo que faltaba y salí de casa como a las 4.30 luego de recibir los mejores deseos de suerte para mi estreno de parte de mis seres queridos, a quienes vería luego aplaudiéndome en primera fila. Empecé a alucinarme “La Miranda”, el regio y desafiante travesti que tenía que personificar, así que sin pensarlo tomé un taxi (una limousine en mis fantasías) quería llegar temprano. Ya en el teatro me instalé en uno de los camerinos e inicié el mágico proceso de maquillaje, después continué con los rellenos, tapa sexo, pestañas, pantis, tetas, aretes, pelucas y todos los tips que mis amigas travestis me dieron, con tal de convertir a un” locón” de 1.75 en la fabulosa “Miranda”.
Como a las 7.00 estaba listo. Acto seguido me hice “al hilo” dos funciones, la segunda empezó como a las 9.45pm y…
ASI TERMINA MI FELIZ DIA DEL ORGULLO GAY
La obra se llamaba “STONEWALL” y recrea el momento histórico, que marca la emancipación de un grupo de homosexuales, liberados por el poder autoritario y represor de la sociedad militar de esa época, mediante un enfrentamiento sangriento entre un grupo de gays; encabezados por un travesti (La Miranda) y efectivos policiales, quienes allanaron un night-club llamado “Stonewall”; hecho que sucedió en el preciso momento de la muerte de un ícono de la comunidad gay de entonces: Judy Garland.
Aquel estreno fue mágico y maravilloso para toda nuestra comunidad y en lo personal, interpretar por siquiera un día a un personaje tan valiente y digno como “La Miranda”, me hizo reconocer el enorme aporte de los trans en todos estos años de lucha, por reivindicar nuestros derechos. ¡Gracias “chicas” por forjar nuestra liberación!, por ser tan “machos” a la hora de la verdad, por dejarnos el camino libre de rocones y poder así crear una sociedad más justa y tolerante, una sociedad en la que no se nos vea más como a bichos raros, en la que no sea un pecado el amarnos y ser felices.
Por lo pronto terminé la celebración de mi día tomando un café muy caliente, el más delicioso probado jamás en mi vida y lo hice en “LA CASITA”, una concurrida fuente de soda en pleno corazón de Miraflores, como a las 2.00am, solo y bajo la lluvia, sentado en una mesa contigua a la calle y viendo a la gente pasar, acompañado de mis pensamientos y de mi maravilloso mundo interior complaciéndome ese día por ser quien soy y a quien represento. Deseándome un cansado pero reconfortado ¡FELIZ DIA DEL ORGULLO GAY!
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