La semana pasada nos conmovió la noticia de la muerte de Heath Ledger, el rubio protagonista de “10 cosas que odio de ti” y “Corazón de Caballero” pero sobre todo de la inolvidable “Brokeback Mountain”.
Todos mis amigos gay quedaron especialmente consternados por la desaparición del joven actor australiano y más de uno comentó “…entonces ya no habrá una segunda parte de “Brokeback Mountain”, en referencia a una noticia --no confirmada—que circuló por la red hace unos meses.
Pero no sólo aquí, sino en todo el mundo los gays se mostraron dolidos por la muerte de Heath Ledger y , quizás molesto por los encendidos panegíricos in memorian que podían leerse en innumerables webs de España a Chile , el comentarista argentino Leandro Fogliatti de SentidoG.com se preguntaba “A quien lloramos los gays, a Heath Ledger o a Ennis Del Mar? Y expresaba que “En ninguna biografía de Ledger pude leer algún tipo de compromiso con las luchas y movimientos de gays, lesbianas o trans. Hasta donde sé, el papel de Ennis del Mar no representó nada más que otra actuación en su carrera, una muy buena y celebrada, pero desprovista de algún significado político o social”. Finalmente, opinaba que Ennis del mar no podía ser un icono gay creíble porque la situación en la que transcurre su historia no se parece para nada a la que vivimos los gays en los albores del siglo XXI.
Personalmente creo que hay que poner las cosas en proporción: es cierto que Ledger jamás fue un adalid de los derechos gay ni se mostró particularmente interesado en sacarle lustre al título de “icono” que los gays le habíamos otorgado luego de verlo al lado de Jake Gyllenhaal en la pantalla. Sin embargo, creo que, en “Brokeback Mountain” nos dio algo más que una memorable actuación:
Gracias a Heath Ledger (y claro también a Jake Gyllenhaal y por supuesto a Ang Lee y en particular a Annie Proulx) “Brokeback Mountain” se ha convertido en una historia paradigmática y simbólica del amor gay y, sin querer pecar de exagerado, creo que va camino a convertirse en el equivalente homosexual de Romeo y Julieta por su capacidad de conmovernos tan profundamente. Y el hecho que el amor de Ennis y Jack transcurra en el Wyoming de los años 70 del siglo pasado, a mi parecer, importa tan poco como el hecho que Romeo y Julieta se ubique en
Creo que todos queríamos volver a ver a Ledger vivo y saber si es cierto que los actores nunca mueren porque viven eternamente en sus películas.
Al menos yo, comprobé que si, que es cierto que así como Humphrey Bogart e Ingrid Bergman serán eternamente los amantes de “Casablanca”, Heath Legger vivirá para siempre como el atormentado Ennis, como el rubio vaquero cuyos ojos vimos encenderse de deseo al ver llegar a su amado y humedecerse de lagrimas (como los míos cada vez que vuelvo a ver la película) al recordar el amor sublime trágico que tuvo como único testigo a las montañas.
29 de enero de 2008
Jorge Alberto Chávez Reyes
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